Habían pasado la tarde hablando
mientras paseaban. Hablando sin concretar nada, sin atreverse a dar un paso,
siquiera una mirada a los ojos.
Durante un segundo, él había tomado
la mano de ella, pero ella se zafó, por lo que él ya no hizo nada más.
La noche caía sobre ellos. El frío
también. Se sentaron en un banco helado. “Que me coja la mano, que me coja la
mano. Esta vez no me soltaré” Pensaba ella. Pero él no le cogió la mano.
Se apresuraron a hablar de sus
vidas. Las relaciones de cada uno, los sinsabores, las experiencias. El tiempo
apremiaba, los dos lo sabían, así que no les quedaba más remedio que ir
acercándose al tema que aquella tarde les había llevado hasta allí.
El frío aumentaba. Pronto no lo
soportarían y cada uno se marcharía en su coche, sin haberse atrevido.
Ella fue la primera en proponerlo.
“Hace frío y es tarde, creo que
deberíamos irnos ya.”
“Sí, claro.” Contestó él.
En silencio marcharon hasta sus
coches. Siempre aparcaban en el mismo sitio, frente a la gasolinera, en una
pequeña calle. Se iban pero no querían irse, así que se miraban, cada uno
esperando que el otro fuera capaz.
“Bueno, dos besos.” Dijo él, y se
acercaron para besarse en la mejilla, nerviosos. Al aproximar sus rostros,
desviaron sus bocas y les atropelló un beso. Un beso breve cargado de anhelos,
deseos, contención. Se miraron un segundo y volvieron a besarse, esta vez
queriendo, deseando. Se besaron y dejaron de sentir frío, prisa, vergüenza.
“¿Y ahora, qué hacemos?” Preguntó
ella. Y juntos se perdieron en la noche.
La profe, vaya por delante, no está de acuerdo con el subtítulo. Siempre haces lo que la profe pide que es, básicamente, escribir.
ResponderEliminarPor lo demás...está estupendo y, además, la tarea semanal, he de reconocerlo, fue un poco complicada al resultar larga y repetitiva. Espero subsanar el error en la siguiente.
;-)