martes, 29 de octubre de 2013

Entrevista de trabajo.

– Buenos días señora Arcos, soy Malena Gómez, la responsable de Recursos Humanos de esta empresa. Quiero informarle que el puesto que se ofrece requiere una cualificación muy específica aparte de responsabilidad, experiencia y resolución – dijo entrando en el despacho, a modo de frío saludo la entrevistadora.

Malena se sentó con la espada muy recta en un sillón que, estratégicamente,  estaba unos centímetros más alto que el de su entrevistada, la barbilla levantada hacia arriba, la mirada clavada en la mujer que tenía en frente y la voz firme y segura.

– Lo sé. Por eso estoy aquí – Respondió Laura con una voz firme que denotaba seguridad y aplomo.

– He revisado su curriculum y su cualificación no es la que requiere el puesto. Es cierto que tiene experiencia en otros campos, pero en concreto, en este sector no ha trabajado nunca;
Por otro lado, siento decirle que su edad  no se ajusta a la requerida, ya que, como bien sabe, en los requisitos se especifica  “entre 25 y 35 años”  con el objetivo de dar una imagen joven y atractiva a nuestros clientes.

– Es cierto,  ya paso de los cuarenta y le aseguro que me siento joven,  atractiva y además capaz de trabajar duro y de resolver problemas y conflictos que puedan surgir de manera inesperada.

– Perdone Sra. Arcos, pero no la veo preparada para asumir la responsabilidad que conlleva ser la primera imagen que verán nuestros clientes al entrar en nuestras instalaciones.

– ¿Se refiere a que me ve incapaz de indicar donde están los despachos,  los baños, o de atender una llamada de teléfono después de llevar trabajado en oficinas veinte años?.  Porque estamos hablando del puesto de recepcionista ¿verdad?, a ver si estoy confundida y me está usted  entrevistando para un puesto de ingeniero de finanzas – dijo Laura con un gesto de asombro y una sonrisa fingida.

– Efectivamente es para recepcionista, por eso le insisto en la necesidad de que el puesto sea para alguien que de la mejor imagen de nuestra entidad.

– Querida Malena, es una pena que usted  le haga el juego a sus jefes-hombres-machos, seleccionando con sus criterios y en base a una imagen diseñada por ellos, a una joven guapa e inexperta a la que prometan ascensos si son simpáticas,  agradables y sumisas con el staff, en vez de valorar el bagaje, la soltura, el saber hacer y la mano izquierda de alguien que sabe hacer su trabajo – dijo Laura levantándose de la mesa, y prosiguió encaminándose hacia la puerta,

– La buena imagen la dará la empresa, no por la fachada de la recepcionista, sino por el trato personalizado que reciba cada cliente, por la complicidad que se establezca con cada uno de ellos, por la confianza que ofrezca la persona que los trate...  Y eso es lo que yo le ofrezco.
Y si me permite Malena, ¿puedo preguntarle su edad?

Malena con los hombros relajados, levantándose y mirando a Laura con media sonrisa en la comisura de los labios, le extendió su mano al tiempo que le anunciaba:

– Laura, es usted la persona que buscamos.

Araceli Míguez

Octubre 2013

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