jueves, 10 de octubre de 2013

Personaje impuesto

He tenido que huir de mi casa, bueno dicho así, parece más melodramático de lo que es, normalmente vivo en Madrid, pero tengo otra casa en Melilla donde llevo asuntos laborales. Un marido un poco cabreado, porque su mujer prefiere a un tipo como yo, joven, alto, guapo, simpático, bien situado, con despacho de abogado propio; comparado con su marido, militar, aburrido, bajito y gordo, en fin no admite comparación, pero siempre hay un pero, el tiene un arma y yo la tengo  en casa, ya que me gusta la caza dispongo de ella, pero no la tengo a mano. No me lo pensé dos veces, me fui al puerto y embarqué en el primer barco que salía para la Península. La mujer estaba bien, pero no merecía tanto, sobre todo que se le cruzaran los cables al marido y llegara a pegarme un tiro. Siempre me pasa lo mismo, no sé porque me atraen los malos rollos.
Fui a confesarme con mi amigo el padre Juan, no sé porque  lo hago, parece que soy masoca.
 -Gonzalo tienes que sentar la cabeza. Cásate con una chavala buena, tuviste una novia estupenda, pero hijo es que lo formal te da espanto, no entiendo como de una familia tan devota, tan trabajadora, tan buena, has salido tan bala perdida.
La verdad tampoco entiendo tus ideas tan radicales, tan de derechas, que digo derechas, extrema derecha, rayando con el facismo, estás desfasado, viniendo de una familia tan sencilla, humilde y trabajadora, porque todo lo que eres, es gracias a los sacrificios de tus padres, que te dieron estudios siendo tu padre albañil, la cantidad de tabiques que habrá levantado en su vida.
Bueno, lo que me has confesado va contra dos de los mandamientos que te hacen más miserable. “Desear a la mujer de tu prójimo y cometer adulterio con ella”. Ofendes y de que manera, a un hombre que no te ha hecho nada, mancillas a una mujer, puedes destruir un hogar con hijos, en fin no tienes por donde cojerte y además de todo lo dicho, te tengo que absolver, aun sabiendo que lo vas a hacer de nuevo, porque eres un inmoral, pero no cejare en mi empeño una y otra vez, lo mismo el Señor me escucha las oraciones y te ilumina llevándote por un camino mejor.

Reza un rosario de penitencia y piensa alguna vez de cintura para arriba y no de cintura para abajo.   

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