jueves, 20 de marzo de 2014
Querida:
Han pasado ya tantos días, tantos años, que encontré en ti un cuenco donde calmar mi sed, agua dulce llena de aromas refrescantes.
Fuiste foco de luz que me reclamaba y guiaba entre las tinieblas de mis dudas, perdido en medio de inciertos laberintos donde vagaba solitario, rodeado de seres anónimos.
Abrí mis puertas para acomodarte en mi entrañas, y tus susurros me acunaron cuando una especie de noche negra me acosaba. Como de un arroyo silencioso, me llegaba la música de tus palabras como un eco reticente, profundo, y un rumor de olas en tus besos pintados de colores.
Y desde entonces, juntos, fuimos descubriendo caminos oscuros que iluminábamos con tu luz, arreciados por silencios calculados y palabras no dichas, compartiendo emociones, tactos, caricias y besos.
Y desde entonces, tantas horas emanando esperanzas, ilusiones que nos desbordaban anidando en nuestros costados. Tu y yo en un mundo de primaveras, juntos en una dicha compartida de afanes y esperanzas.
Ahora me riñes, protestas, me gritas pero, disfrazando sonrisas, me transportas abrazándome de ternura, llevándonos hasta tu cielo de amores, cálidos, íntimos y nuestros.
Ahora abro mis ojos, que empiezan a vidriar, y tu luz sigue iluminando mis caminos. Contigo, mi océano es ya un mar en calma. Alargo mis brazos, y ahí estás tu, mi interior se llena, se inunda preñado de ternuras.
Gracias, gracias,gracias.
Juan Carlos
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Cuenta, cuenta...