Mi
nombre es Paca. Soy la portera de éste edificio. Está situado en la
intersección de dos calles del barrio de Argüelles de Madrid. Tiene cinco
plantas y tres pisos por planta.Los balcones estan enmarcados por unas enormes
escayolas y las rejas son muy bonitas. En la esquina, el balcon es redondo y se
transforma en un gran mirador con una vista espléndida.
Llevo aquí toda
la vida, porque mis padres fueron los porteros hasta que murieron y aquí me
quedé yo.
Los vecinos son
de lo más variopinto, pero la tónica general es que son gente acomodada y
educada.
Me voy a
centrar solamente rn las personas que viven en tres pisos del edificio.
En el 3º izquierda vive Dª Lidia. Tiene unos 50
años y está viuda por dos veces. El primer marido era Coronel de Aviación, ¡qué
hombre más guapo, Dios mio!, con ese uniforme yel porte que tenía...; yo me
quedaba embobada mirádolo cuando salía del ascensor. Se murió de unas fiebres
que contrajo en no sé que pais, no sé si en China, India o algún pais de
Sudamérica, da igual, lo cierto es que se murió casi sin darse cuenta.
Dª Lidia se
quedó tristísima y sola, ya que no tuvo hijos y como fué hija única no tenía
familia. Una de sus amigas, la ayudó mucho a superar la soledad, haciéndola
salir a reuniones, cenas, conciertos y demás. En una cena conoció a Ricardo,
presidente de una empresa de cosméticos muy importante. Algo más joven que ell;
no tenía el el porte de su primer marido, pero se quedó prendada de sus ojos
verdes. Empezaron a salir y a conocerse, y acabaron casándose.
Dª Lidia le
daba cien vueltas a Ricardo, era mucho más inteligente y capaz que él.Le dió un
cambio total a la compañía y poco a poco Ricardo se fué convirtiendo en su
ayudante. Así pasaron algunos años, la empresa iba a más y Ricardo a menos. Un
dia saliendo del teatro, se torció un pie con tan mala fortuna que se dió con
el bordillo de la acera y allí se quedó frito. Dª Lidia tenía sentimientos
encontrados: se quedaba otra vez sola,
lo echaba de menos pero por otra
parte, era como una liberación. Se recuperó pronto y bien. La compaía de
cosméticos crecía y crecía, y abrió sedes en distintos paises, por tanto tenía
que viajar mucho. Eso le encantaba y le ayudó a superar la soledad. Daba gusto
verla salir cuando su chofer la esperaba para llevarla al aeropuerto, los
trajes, los zapatos, las maletas...todo era maravilloso. Pero por encima de
todo, estaba su sencillez y alegria en esa sonrisa que siempre me dedicaba; se
interesaba por mí y por mi vida, yo, una simple portera, yeso era muy de
agradecer.
Había una
persona en el edificio que la admiraba mucho; era su referente, no solo en su
aspecto exterior, sino también en su forma de ser y de actuar.
Ésta señora era
de armas tomar, una nueva rica. Le había tocado la lotería, un buen pellizco, y
como era madre soltera y eso estaba mal visto en el pueblo, en donde se ganaba
la vida lavando y planchando por las casas, decidió irse a Madrid, instalarse
en un buen sitio, e intenter que su hija Mª Claudia se relacionara con gente
importante y encontrara un buen partido.
Mª Claudia
tenía otras aspiraciones yno asimilaba bien su nueva posición económica y
social. Se hizo muy amiga de la vecina del piso de abajo. Ella y su madre
vivian en el 5ªcentro y ésta vecina en el 4ª derecha. Tenía unos 30 años y era
de una belleza impresionante. Vivía con su ama de llaves. Su casa era como un
paraiso: los muebles comprados en anticuarios, las pinturas que colgaban en las
paredes, eran reproducciones valiosasy otras de pintores que ya se cotizaban en
el mercado. Las paredes del salón estaban enteladas con unas telas de brocado y
su dormitorio, con papeles pintados traidos de Inglaterra. La cama, enorme, con
dosel, la cocha los cojines y sábanas de
raso en unos tonos muy suaves. La luz
tamizada por las cortinas, y un olor a limon, canela y clavo, hacían que los
sentidos se recrearan en ese ambiente.
La madre de
MªClaudia, no quería que su hija tuviera ninguna relación con esta vecina,
porque decía que era de una moral dudosa. De dudosa nada.Era una gran
prostituta de lujo. A sucasa acudían gran parte de la sociedad burguesa de
Madrid ,políticos y algún prelado relevante. Siempre le decía a Mª Claudia que
tenía que ser culta, refinada y sesual sin que nada sobresaliera, todo dentro
de una suavidad y armonía.
Era una batalla
campal entre Mª Claudia y su madre, porque ésta quería que fuera Dª Lidia quien
le diera ejemplo de vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Cuenta, cuenta...