viernes, 31 de mayo de 2013

Me llamo María y he tenido que huir de mi casa

         Nací en una familia humilde, mis padres trbajaron sin descanso para que no me faltara de nada. Mi padre era agricultor y mi madre asistenta.Eran ya mayores y con las esperanzas perdidas de tener hijos, cuando nací yo. Hicieron lo imposible para darme la educación que ellos no tuvieron y estudié la carrera de enfermeria.
         En la Facultad, conocí a Alejandro, tocaba el oboe y le faltaban dos años de conservatorio. Presionada por una educación religiosa muy estricta, tuve el fallo de quedarme embarazaada, antes de terminar la carrera. Boda rápida y tiempos de sacrificio: trabajo y estudio, para tener las titulaciones de los dos. Él entró a formar parte de una orquesta, y casi siempre estaba dando conciertos fuera de la ciudad donde vivíamos.Yo trabajaba de auxiliar de quirófano en el Hospital. Nació nustro segundo hijo.
         Pasamos unos años de una relativa estabilidad económica y de aburrimiento.
         Yo tenía un temperamento fuerte y siempre se hacía lo que yo decia y organizaba. A mi marido le daba igual, él lo que queria era tener todo resuelto y lo único que le importaba era los ensayos y las giras.
         Me entregué a mis hijos y a mi trabajo co toda la generosidad y cariño que pude.
         Ahora a mis 45 años, mis hijos han volado de casa. Alejandro me dice que me va a dejar, porque hay otra mujer hace mucho tiempo. Es Ana y toca el violon cello en la misma orquesta, es 15 años más joven que yo y va a tener un hijo con ella.
         Me encuentro sola. Después de toda una vida de sacrificio y de entrega a la familia, ahora siento una soledad aplastante.
         Toco fondo, y decido hacer lo que siempre quise. Me voy, me voy...El Congo es mi destino.Allí hay mucha gente que me necesita y puedo ayudarla y entregarme a ella.

         La sensación de huir de todo es de liberación.

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