RELATO 1: Cine Continental. Sala 8.
“Jueves 31. Cine Continental. Sala 8. Butaca 11. Fila 12. Sesión 22.30 horas”.
Blanca leyó una y otra vez el post it verde que había descubierto un rato antes adherido al monitor de su ordenador.
¿Sería para ella? ¿Y si se habían equivocado? No, no lo veía posible: todo el mundo en la oficina sabía que aquel era su puesto. Entonces, ¿quién le habría escrito esa nota?
La dobló por la mitad, la guardó en su bolso e intentó concentrarse en la tarea pendiente. Aún le quedaban por terminar siete informes.
“La denegación del permiso viene avalada por la ley 3/47 de Permisos y Licencias,...”
“Jueves 31. Eso es esta noche.”
Puf. Con tanto trabajo atrasado casi no le daría tiempo ni a pasar por casa a ducharse. Blanca se sorprendió al descubrir este pensamiento. Lejos de sentirse asustada, le producía tanta curiosidad aquella nota que estaba dispuesta a ir. ¿Qué podría ocurrirle en un cine?Decidió salir un poco antes del trabajo, aunque dejase los informes inacabados. Mañana madrugaría.
Ya en casa, se preparó un emparedado y un zumo de naranja. Se sentó en uno de los taburetes que decoraban su cocina y se lo tomó poco a poco. Gozaba haciendo las cosas con parsimonia cuando estaba nerviosa.
Diez minutos después se dirigió al dormitorio. Eligió meticulosamente su vestuario. Un pantalón y camisa sin mangas de lino blanco. Un pañuelo rojo al cuello. Zapatos y bolso a juego. Nada de joyas. Sólo un reloj blanco con El Principito serigrafiado en la esfera.
Se metió en la ducha, consciente de que apenas disponía de una hora para llegar al cine. Pediría un taxi. Se enjabonaba con mimo, acariciando su cuerpo con sus manos lentamente. No pensaba. Se dejaba llevar por la sensación del agua caliente en su piel erizada. Sus manos descendían desde el cuello, poco a poco, por sus brazos, pasaban a sus pechos, su vientre. Al llegar a su pubis, se entretuvo algo más de lo necesario, pero paró, pues si se excitaba, terminaría llegando tarde.
Llamó al taxi enfundada en una toalla, su cuerpo aún mojado. Se vistió y bajó.
A las 22.30, puntual, Blanca entraba en la sala 8 del Cine Continental. Ya habían apagado las luces, y los anuncios previos a la película tronaban por los altavoces diseminados por la estancia.
Las butacas 10 y 12 estaban vacías. En realidad, la sala estaba vacía, por lo que pudo comprobar cuando sus ojos se acostumbraron a la penumbra. Comenzó la proyección: “Los crímenes de Oxford”. No la conocía.
Se sobresaltó al sentir una voz susurrándole al oído: “Cierra los ojos y déjate llevar”. Blanca obedeció. No la rozaba siquiera, sólo exhalaba un aliento cálido en su cuello. Un dedo se posó en su hombro desnudo y bajó por su brazo. Al llegar a su mano, jugueteó con sus dedos. Los entrelazó con los suyos y así se llevó la mano a su boca. Besó cada dedo, subió por su brazo muuy despacio. Blanca jadeaba silenciosamente. La boca invisible se detuvo de nuevo en el cuello y bajó hacia su pecho. Blanca se estremeció. El amplio escote de la camisa ayudó al desconocido en su incursión.
Otra vez ese dedo, acariciando un pecho, luego otro, por encima de su lencería. De fondo, la película continuaba indolente. Una frase del diálogo hizo sonreír a Blanca: “Es mejor equivocarse que no hacer nada. Prefiero meter la pata a perdérmelo todo...”
El dedo continuaba su periplo por el vientre de Blanca. Parecía que siguiese el recorrido de la chica un rato antes en la ducha. La camisa, ahora abierta, dejaba el camino libre. El dedo rodeó su ombligo, que subía y bajaba por la agitada respiración de su dueña, y comenzó a bajar hacia su pantalón. Lo desabotonó e introdujo su mano…“¿Dónde estoy?” Blanca parpadeó varias veces y miró alrededor. Se había quedado dormida en la oficina, sobre una montaña de papeles y carpetas. Ya no quedaba nadie. “Maldita auditoría, qué ganas de que acabe ya”.
“Menudo sueño. Uuuf. Parecía tan real.”
Blanca recogió todo para marcharse a casa. Al apagar el monitor del ordenador, vio un post it verde en él. Nerviosa, lo cogió.
“Jueves 31. Cine Continental. Sala 8. Butaca 11. Fila 12. Sesión 22.30 horas”.
Eran las nueve menos cuarto. Sonrió.
Decidió ir. Al fin y al cabo ¿Qué podría ocurrirle en un cine?
RELATO 2: Sustantivos
miradas. sonrisas. llamada. cita. café. charla. despedida. ansiedad. beso. deseo. penumbra. juntos. suspiros. besos. sudor. caricias. jadeos. uñas. dientes. brazos. lenguas. calor. saliva. placer. estremecimiento. latidos. ritmo. placer. pasión. contracción. placer. amor. abrazos. clímax. placer, placer, placer. relajación. sueño.
RELATO 3: Deseo
La vio y se enamoró perdidamente de ella. Sabía dónde encontrarla, por lo que todos los días pasaba por allí, sabiendo de antemano que era un amor imposible.
Le gustaba el color de su piel, un marrón chocolate que le atraía. Más aún le gustaba su olor. Mmm. Ese olor inconfundible que llenaba la estancia, que la embriagaba y le hacía desearla aún más.
Cuando no miraba nadie, se permitía el placer de tocarla. Primero un leve roce, un dedo apenas. Luego, deslizaba torpemente sus manos por su figura. Se extasiaba con su tacto, tan suave y a la vez tan recio. Fantaseaba. Deseaba sentirla sobre su propia piel desnuda, aunque no fuera apropiado. Pasearse por una habitación llena de espejos con ella era su sueño.
Por fin se decidió a dar el paso. Aquel lunes, se vistió con el vaquero que más ceñido le quedaba, una camisa que dejaba entrever su esbelta silueta y unas botas de alto tacón. Estaba dispuesta a darlo todo.
Cuando llegó, la vio colgada del brazo de otra chica. Había llegado tarde. La chaqueta de sus sueños había sido vendida.
Rosa Domínguez Moreno
Mayo de 2013
Ejem. Después del suyo, don Jesús, pensé que debería esperar a que se enfriase un poco la cosa, que ha dejado usted el blog ardiendo.
ResponderEliminarje, je, je... (risa maligna)
ResponderEliminarNada de enfriamientos... ¡Más maderaaaaaa!
ResponderEliminarjejejejeje.
ResponderEliminarVale, pero habrá que colgar por aquí más cosillas además de relatos eróticos, que mira que rápido os habéis animado con esto, y de las demás semana no hay ná de ná.
¿¿Qué van a pensar nuestros lectores de nosotros??
Que a todas y todos nos gusta lo mismo....¿no?
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