martes, 19 de noviembre de 2013

Bandeja de entrada


Fran se había quedado solo en la redacción maldiciendo el encargo de última hora;  un artículo sobre el Día de los Difuntos que según sus premisas, debían habérselo encargado a cualquier becario,  lo que a él le apetecía era cubrir la llegada a la ciudad de las estrellas del futbol.

Delante del ordenador, con la radio de fondo, se dispuso a rellenar el hueco destinado con algo entretenido y pragmático; las ventas de las floristerías, las funerarias que ofrecían como novedad, esparcir las cenizas de los muertos en forma de fuegos artificiales…
Comenzó a escribir mirando al teclado y se fijó en la pantalla al oír el sonido anunciando un mensaje recibido en su bandeja de entrada:  

Enviado el: martes, 31 de octubre de 2013 20:01
Para:
 franredaccion3@eldiario.es 
Asunto: Sálvalos
Y en el cuerpo del mensaje:

Por favor, impide que vengan.

–Otro spam – pensó con fastidio pulsando la tecla para eliminarlo, pero el mensaje, lejos de borrarse se repetía a cada golpe de tecla.

Imaginó al informático conectado por el remoto gastándole una broma acorde con la fecha y el artículo, o quizás fuera un virus…el teclado quedó bloqueado y la pantalla fija con el mismo mensaje repetido una docena de veces.

Marcó el número de recepción y preguntó por el informático; el vigilante le informó que se había marchado hacía rato. Buscó su móvil y marcó mientras su enfado iba en aumento, farfullando que la broma ya duraba demasiado.  
Después del cuarto pitido una voz contesta

– Si, diga.
– ¿Rubén?
– Sí, soy yo.
– Oye, soy Fran. Tío déjate de bromas que tengo que terminar el artículo.
– ¿Pero qué te pasa?
– Que te dejes de coñas,  que quiero irme a casa.
– ¿Algún problema?  Me pillas conduciendo pero cuéntame;  llevo el “manos libres”
– Mi trasto se ha bloqueado. Por favor, vente echando leches.
– ¡No jodas! Me voy de puente para mi pueblo. Estoy terminando unas compras pero  salgo ya,  así que no me fastidies por una chorrada.  Deja las flores atrás, cariño.
– Te pido que  vengas y arregles mi ordenador. Me juego el puesto si no dejo esta noche el trabajo enviado a la jefa. ¿Qué dices de flores? 
– No era  a ti. Fran, voy para allá pero seguro que me vas a hacer ir para apretar un cable.
– No entiendo de cables, así que no tardes.

Al cabo de unos minutos  el informático y una niña de unos cinco o seis  años aparecieron por la oficina.

– Así que comprando flores. ¿Quién es la afortunada? – preguntó Fran a modo de saludo a los recién llegados.
– Son para llevar mañana a la tumba de Rosa, mi mujer, murió hace dos años.

De fondo, la radio daba una noticia sobre un derrumbe en el túnel de salida de la ciudad.

La pequeña se acercó a Fran ofreciéndole una rosa mientras él, atónito, miró la pantalla atendiendo al sonido de un nuevo mensaje del mismo remitente en la bandeja de entrada:

En el Asunto, solo una palabra: GRACIAS.

Araceli Míguez



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