Fran se había quedado solo en la
redacción maldiciendo el encargo de última hora; un artículo sobre el Día de los Difuntos que
según sus premisas, debían habérselo encargado a cualquier becario, lo que a él le apetecía era cubrir la llegada
a la ciudad de las estrellas del futbol.
Delante del ordenador, con la
radio de fondo, se dispuso a rellenar el hueco destinado con algo entretenido y
pragmático; las ventas de las floristerías, las funerarias que ofrecían como
novedad, esparcir las cenizas de los muertos en forma de fuegos artificiales…
Comenzó a escribir mirando al
teclado y se fijó en la pantalla al oír el sonido anunciando un mensaje
recibido en su bandeja de entrada:
De: rosa@rosa21.net
Enviado el: martes, 31 de octubre de 2013 20:01
Para: franredaccion3@eldiario.es
Para: franredaccion3@eldiario.es
Asunto: Sálvalos
Y en el cuerpo
del mensaje:
Por favor, impide que vengan.
–Otro spam – pensó con fastidio pulsando
la tecla para eliminarlo, pero el mensaje, lejos de borrarse se repetía a cada
golpe de tecla.
Imaginó al informático conectado
por el remoto gastándole una broma acorde con la fecha y el artículo, o quizás fuera
un virus…el teclado quedó bloqueado y la
pantalla fija con el mismo mensaje
repetido una docena de veces.
Marcó el número de recepción y
preguntó por el informático; el vigilante
le informó que se había marchado hacía rato. Buscó su móvil y marcó mientras su
enfado iba en aumento, farfullando que
la broma ya duraba demasiado.
Después del cuarto pitido una voz
contesta
– Si, diga.
– ¿Rubén?
– Sí, soy yo.
– Oye, soy Fran. Tío déjate de bromas
que tengo que terminar el artículo.
– ¿Pero qué te pasa?
– Que te dejes de coñas, que quiero irme a casa.
– ¿Algún problema? Me pillas conduciendo pero cuéntame; llevo el “manos libres”
– Mi trasto se ha bloqueado. Por
favor, vente echando leches.
– ¡No jodas! Me voy de puente para
mi pueblo. Estoy terminando unas compras pero salgo ya, así que no me fastidies por una chorrada. Deja las flores atrás, cariño.
– Te pido que vengas y arregles mi ordenador. Me juego el
puesto si no dejo esta noche el trabajo enviado a la jefa. ¿Qué dices de
flores?
– No era a ti. Fran, voy para allá pero seguro que me
vas a hacer ir para apretar un cable.
– No entiendo de cables, así que
no tardes.
Al cabo de unos minutos el informático y una niña de unos cinco o seis
años aparecieron por la oficina.
– Así que comprando flores. ¿Quién
es la afortunada? – preguntó Fran a modo de saludo a los recién llegados.
– Son para llevar mañana a la
tumba de Rosa, mi mujer, murió hace dos años.
De fondo, la radio daba una
noticia sobre un derrumbe en el túnel de salida de la ciudad.
La pequeña se acercó a Fran ofreciéndole una rosa mientras él, atónito,
miró la pantalla atendiendo al sonido de un nuevo mensaje del mismo remitente
en la bandeja de entrada:
En el Asunto, solo una
palabra:
GRACIAS.
Araceli Míguez
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