miércoles, 31 de agosto de 2016

Recaída

Lo he vuelto a hacer.
Después de no sé cuánto tiempo oyendo con envidia cómo otras y otros lo hacían.
Después de meses sin acercarme a ellos por dejadez, apatía e incluso culpabilidad, ha ocurrido.
Este mes que he pasado enferma, en casa, viendo pasar las horas muertas me ha llevado a ello.
Comenzó como un murmullo, que acallaba con infantiles razones. Pero el susurro se fue convirtiendo en clamor a medida que pasaban los días de encierro obligado y una necesidad casi dolorosa me condujo a esto.
Con cierto escepticismo empecé, casi convencida de que sería como siempre: no podría.
Pero la realidad ha sido bien distinta.
Lo he hecho.
Ha vuelto a ocurrir.
He devorado un libro.

martes, 30 de agosto de 2016

Según sus reglas

Blanca se desnuda frente al espejo con los ojos cerrados. Mientras lo hace, se promete a si misma que no juzgará ni censurará ni una sola parte de su cuerpo.
Lentamente, con vergüenza, despega los párpados y observa su reflejo. De frente, de perfil, de espaldas. Por primera vez en mucho tiempo le gusta lo que ve.
Sus curvas están cambiando de lugar: pierde paulatinamente la que daba forma a su cintura y sus caderas, para ganar una en su vientre que, de manera casi imperceptible para los demás, va abultándose.
Acaricia la incipiente barriga con su mano y sonríe con una mezcla de ilusión, timidez y miedo en su mirada. Espera un inesperado tercer hijo. O hija, aún no sabe.
Recuerda la visita al ginecólogo unos días antes. La fuerza de un minúsculo corazón sonando en el ecógrafo. Su hijo, su hija, apenas una mancha en blanco y negro, vive dentro de ella.
Se emociona al pensar cómo algo tan pequeño, una mancha gris en un monitor, vuelve a cambiar su vida, a controlar su cuerpo, sus emociones, su alimentación, sus costumbres. Una pequeña mancha gris que hasta que no pasen unos meses no tendrá color, ni cara, ni nombre pero que ya exige, que ya reclama que pare, que duerma, que descanse y se alimente según sus reglas y necesidades. Que ya pide que la cuide y la proteja.
Blanca vuelve a sonreír a su cuerpo desnudo, a su aún poco abultado vientre sin sexo y sin nombre.
Se gusta, se quiere, y sabe que, al menos durante unos meses, verse en el espejo le provocará una tierna sonrisa.

domingo, 28 de agosto de 2016

Un cangrejo en la escalera

Flotadores a medio llenar esparcidos por el patio delantero.
Una canasta.
Una piscina azul con una cubierta verde.
Utensilios de jardinería junto a macetas llenas de plantas.
Tejadillos que descansan sobre la pared, esperando su momento.
(Detrás,) pelotas de diferentes tamaños y colores. Tendederos rebosando ropa infantil.

(Dentro,) un salón tapizado de juguetes. Un cuenco con comida perruna.
Un cangrejo naranja en la escalera.
Libros desperdigados por todas partes. Manoseados, sobados, contados una y otra vez a una niña de ojos grandes y a un niño risueño.
Un puzzle de Cars.
Pañales, biberones y chupetes que recobran protagonismo.
Sillitas de coche. Tres (ya).
Sonrisas cansadas pero plenas.

(¿Desorden?) Una casa viva.
Nuestra casa.