Me acuerdo de cuando era pequeña,
muy pequeña. Tan pequeña, que sólo estaba yo.
Me acuerdo de mi primer recuerdo:
la azotea con mi abuela Juana, macedonia de frutas y aviones en el cielo.
Me acuerdo del canto de las
chicharras en verano.
Me acuerdo de lo mal que cantaba
mi abuela Dolores, y también me acuerdo de cuánto me gustaba escucharla.
Me acuerdo de cuánto me reía con
mi hermano.
Me acuerdo de la señorita Ana, la
primera que tuve.
Me acuerdo de las manchas de
césped en mi vestido, y de lo poco que importaba.
Me acuerdo de la primera vez que
vi a mi mejor amiga, con ocho años. ¡Qué mal me cayó!
Me acuerdo de cuando jugaba a las
maestras.
Me acuerdo de los truenos que me
hicieron meterme debajo de la mesa del colegio, de miedo que tenía.
Me acuerdo de los pellizcos en
los mofletes de mi tío Alfonso.
Me acuerdo de la primera vez que
comí queso.
Me acuerdo de la fascinación de
mi prima cuando la llevé a montar en ascensor por primera vez.
Me acuerdo de lo bien que
dibujaba, aunque no tan bien como mi hermano.
Me acuerdo del olor de Marbella,
donde pasé varios veranos, todos mágicos.
Me acuerdo del terror paralizante
al ver a mi hermano casi ahogarse en una piscina.
Me acuerdo de La bola de Cristal,
en una mecedora sentada a la estufa, con el pijama puesto mientras desayunaba una
tostá de manteca colorá.
Me acuerdo de los niños que se
metían conmigo.
Me acuerdo de la emoción que
sentía cada vez que veía el mar tras una montaña.
Me acuerdo del primer viaje en
tren, cuando la Estación de Córdoba aún era una estación.
Me acuerdo de mi abuelo tomando
huevos pasados por agua.
Me acuerdo de cuando dejé de ser
crédula.
Me acuerdo de los dos rombos en
la tele.
Me acuerdo del olor de los libros
de texto recién comprados.
Me acuerdo de unos Reyes sin
juguetes y unos padres tristes.
Me acuerdo del coraje que me dio
ponerle caras a los personajes de La historia Interminable cuando vi la
película. No se parecían en nada a los que yo había imaginado.
Me acuerdo de las Mayorets.
Me acuerdo de lo feliz que era
siempre, y lo infeliz que me sentía a veces.
Me acuerdo de los juegos en la
calle con los amigos de mi hermano: el zurro, el matá, el cogé, las bolas, la
lima, el trompo… Qué bien lo pasábamos.
Me acuerdo de cuando me
avergonzaba ser sevillana.
Me acuerdo de cuánto deseaba
saber hacer algo bien.
Me acuerdo de la primera vez que
escuché, de la primera vez que vi, a mis padres haciendo “cosas malas”, “cosas
de mayores”, y del tiempo que pasé sin hablarles.
Me acuerdo del juego del Ahorcado
tirada en un colchón con mi tía la pequeña.
Me acuerdo del disco de Boney M
que poníamos todas las Navidades.
Me acuerdo de cuando mi abuela me
decía que dejara ya de estudiar, que iba a perder la vista.
Me acuerdo de mis miedos, que me
impedían hacer tantas cosas que deseaba, desde jugar al fútbol a contar un
chiste.
Me acuerdo de mis ganas de
crecer.
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