Otra vez aquí. ¿Cuántas veces he
estado ya en este sitio tan feo? Sólo sé contar hasta dieciséis, pero creo que
no, que no han sido tantas. ¿Nueve? ¿Diez? ¿Once veces? No lo sé, no me acuerdo.
Le preguntaré a mamá cuando la vea.
No me gusta este sitio. Siempre
hace frío, y sólo me tapan con una sabanita. Ellos sí van tapados. Hasta
gorros, y cosas en la cara y en los pies llevan.
Creen que estoy dormido porque he
cerrado los ojos. Es que estoy mejor así, porque esa luz del techo no me deja
ver nada.
En la boca me han puesto algo que
echa aire. Me clavo un poco la goma que lo sujeta a mi cara, pero no tengo
ganas de hablar, y ellos no se dan cuenta.
Mamá me dijo ayer que hoy me
traería un coche nuevo. Qué bien. Estoy deseando verlo. Yo quiero uno
teledirigido. A ver si esta vez me lo compra.
Qué frío. Menos mal que ya me
está entrando el sueño ese tan raro, que me da calorcito. Seguro que cuando
despierte, ya estaré en la cama que sube y baja. Qué divertido es dormir en esa
cama. Aunque papá ayer escondió el mando, porque subí tanto la parte de abajo,
que casi me hago un sándwich conmigo mismo. Aprovecharé cuando no esté para
buscarlo.
No para de entrar gente. Y ya han
traído los cuchillos finitos. Lo sé porque hacen ruidito al mover el carrito
donde están puestos. Tengo mucho miedo. Y no veo ni a mamá ni a papá por ningún
lado, como las otras veces. Nunca están aquí. Quiero dormirme ya, no quiero ver
lo que hacen con esos cuchillos.
Ya viene el sueño…
Uy. Qué bien se ve todo desde
este árbol. No me acuerdo bien de cómo me he subido en él, pero lo veo todo.
Por fin veo a mamá y a papá. ¿Qué les habrá pasado? ¿Por qué llorarán tanto? No
pasa nada, si me traéis una escalera puedo bajarme. Os prometo que tendré
cuidado de no caerme, de verdad, no hace falta ponerse así.
Cuánta gente hay ahí abajo. Por
ahí he visto a los abuelos. Y a la tía Carmen. Cuánta gente. ¡Y la seño!
¡Señooo! Nada, no se entera. No me extraña, con tanto jaleo… Y de verdad, cómo
se han puesto porque me he subido en el árbol. Qué exagerados. Aunque mucho
llorar, mucho llorar, pero ni siquiera me miran…
Ahí viene un coche. ¡Qué grande!
Y tiene cortinas y todo. Qué raro es. ¿Qué llevará dentro? Ya lo abren. Mmmm.
Hay una caja blanca y alargada. Ooooh. Ahora sí que lloran todos. ¿Pero qué les
pasa? Papá y un señor han cogido la caja. ¡Mamáááá! Mamá se ha caído de
repente. ¿Se habrá hecho daño?
Parece que van a meter la caja en
ese agujero en la pared. Qué cosa más rara. ¿Y qué lleva la tía Carmen en la
mano? ¡Es un coche teledirigido! ¡Por fin! ¡Nooo, tita, no lo metas en el
agujero!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Cuenta, cuenta...